miércoles, 2 de junio de 2021

La humanidad es un rebaño, Platón fue un Iniciado


 “El poder pertenece a quien sabe”. Así el Conocimiento –cuyo primer paso hacia él es la facultad de comprender la verdad y discernir lo verdadero de lo falso– pertenece tan sólo a quienes, libres de prejuicios y vencedores de toda presunción y egoísmo, están dispuestos a reconocer la verdad en cuanto se les demuestre. Muy pocos hay así.

Así rezan las primeras palabras del quinto volumen (edición de 6 volúmenes) de la Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky. Mucha gente en esta época está obsesionada con obtener poder, pero olvidan que el principal poder no reside en el plano físico, sino en el espiritual o sutil. Palabras muy importantes: presunción y egoísmo. Hay que estar libres de ellas, al menos domarlas si no se pueden eliminar por completo, sobre todo el egoísmo, pues si nos encontramos en un cuerpo individual, es muy difícil eliminarlo por completo. Si estamos hasta el cuello de presunción y egoísmo, es lógico que el hombre material solo busque objetos materiales y dominar a las personas por medio de estos objetos para obtener poder. La visión del hombre materialista es bastante reducida, pues se le olvida que todas esas posesiones materiales y relaciones de poder que acumula en su vida, se mueren y desaparecen al cabo de un tiempo, incluso antes de que él muera o desencarne. Ese por lo tanto, no es el verdadero poder.


Los Conocimientos sagrados son para unos pocos, y no es un pensamiento elitista o segregario. La razón descansa tristemente en el hecho de que la inmensa mayoría de las personas no está preparada para recibirlos. Muchos textos sagrados están escritos de modo que sólo puedan comprenderlos los iniciados. Nos hemos cansado de repetir que los conocimientos y la verdad pueden ser una arma muy peligrosa en las manos y cabezas equivocadas. Mucha gente supuestamente "inteligente" choca con estos conocimientos y no tarda en tacharlos de "brujería, adoración a Satanás, sectas diabólicas, paganismo, supersticiosos" y no sé cuántas descalificaciones más elaboran sus cabecitas. Lo único que hacen este tipo de enseñanzas es sacarte de tus esquemas mentales que por años te enquistaron las religiones exotéricas. Es normal también encontrarse con esas reacciones de rechazo al principio. El Timeo de Platón es un ejemplo de un texto que solo los iniciados, con las claves adecuadas, pueden comprender.


<<La humanidad es, a lo sumo, un triste rebaño panúrgico que ciegamente sigue el pastor que la conduce en determinado momento. La humanidad, al menos en su mayoría, no gusta de pensar por sí misma; y toma por insulto la menor invitación a salir, ni un instante siquiera, de los caminos trillados, para entrar por su pie en nuevos senderos de distinto rumbo.>>

Si volvemos a la afirmación del Timeo de Platón, podemos encontrarnos esta joya: El antiguo filósofo prevalece sobre el moderno, pues mientras aquél tan sólo “confunde… las causas primeras con las finales”, éste las ignora ambas. Tyndall demuestra que la ciencia es “impotente” para resolver el más sencillo punto del problema final de la Naturaleza, y que la “imaginación disciplinada (léase materialismo moderno) se aparta confundida de la contemplación de los problemas del mundo material”. Mas para platón y sus discípulos, los tipos inferiores eran imágenes concretas de los superiores y abstractos; el Alma inmortal tiene para ellos un principio aritmético y el cuerpo un principio geométrico. Este principio, como reflejo del gran Arqueo universal (Anima Mundi), es autocinemático y desde el centro se difunde por el total conjunto del Macrocosmos.



Platón fue un iniciado, por más que los "historiadores modernos" se desvivan en afirmar que sus enseñanzas no tienen ni una traza de misticismo oriental. Durante más de veintidós siglos convinieron todos los lectores de Platón en que, como los más de los conspicuos filósofos de Grecia, fue un iniciado y que, por la reserva a que le obligaba el juramento de la Fraternidad, sólo podía hablar de ciertas cosas cubriéndolas con velos alegóricos. El filósofo griego adquirió sus conocimientos iniciáticos de los hierofantes del templo, los cuales veló a los profanos en frases enigmáticas en sus obras.

No hace falta, sin embargo, convertirse en Platón ni escribir La República para empezar a hondar un camino menos materialista y más espiritual. Probado está el hecho de que enlodarse en los caminos materiales no deja buenos dividendos a las almas ni a la humanidad en general. Llevamos milenios enfrascados en guerras calientes, guerras frías, guerras económicas, guerras ideológicas y guerras geopolíticas. Las batallas deben librarse en el intelecto, en la razón y en el mundo espiritual. Eso es lo que perdura. Los grandes maestros, iniciados de la antigüedad, rishis y Buddhas lo han sabido siempre, y se han desgañitado en hacérnoslo saber. La diferencia estriba en que seguimos estando en pañales como verdadera humanidad y nos los escuchamos, y cuando lo hacemos, cuando por fin los escuchamos, resultan dos vertientes: O no los sabemos escuchar, o lo rechazamos y tomamos por insulto lo que nos dicen. Nos toca ser más receptivos y ser más estudiosos para poderlos entender.

*Partes del texto fueron tomados del tomo V de la Doctrina Secreta de HP Blavatsky.

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